En agosto de 1965, se inauguró la planta de pastas más moderna de Sudamérica en Nos. Su ejecución constituyó todo un acontecimiento, y fue uno de los más importantes proyectos privados realizados en ese entonces que reunió a tres de los arquitectos pioneros de lo moderno en Chile: Luis Mitrovic, Emilio Duhart y Christian De Groote.
Este edificio de una clara tendencia industrial es una muestra de este movimiento de arquitectura y artes aplicadas que inspiró a varias generaciones, que hace casi un siglo se fundó en Weimar, Alemania, la escuela Bauhaus.
En 1933, las autoridades prusianas -que se encontraban en manos del partido nacionalsocialista- decidieron cerrar la Bauhaus. Comenzó así un éxodo masivo de sus integrantes, quienes llegaron a Latinoamérica para quedarse, o bien por otros temas, como proyectos de trabajo y estudios.
Su influencia aparece desde la década del treinta hasta los setenta del siglo pasado. “Se observa en viviendas sociales, de muy buena calidad, casas particulares, colegios, centros comunitarios, hospitales, industrias y otro tipo de edificios públicos que articulan la vida de la ciudad”, señala David Maulén, investigador de esta corriente arquitectónica
Un integrante de esta escuela, que arribó a Chile e influenció con sus ideas, fue Tibor Weiner. El arquitecto húngaro desarrolló proyectos entre 1939 y 1948. Se le atribuyen el edificio Banco Estado de la Avenida Matta, un conjunto de departamentos en la calle Guayaquil y las terminaciones al Estadio Nacional, todas construcciones ubicadas en la ciudad de Santiago.
Pero su actuación más importante iba a ser en la reconstrucción de las ciudades de Chillán y Concepción, después del terremoto de 1939. En Chillán, los edificios del cuerpo de Bomberos y de la Gobernación se vinculan a Weiner.
En Concepción, el Mercado Central es un testimonio Bauhaus que se impone con su gran bóveda, y que hasta hoy se mantiene intacta, pese a haber soportado en 2010 un terremoto de magnitud 8.8 grados Richter y en 2013 un gran incendio.